¡Hola chiquis! En esta nueva semana os voy a hablar sobre una experiencia personal que para mí supuso un cambio. Sin andarme por las ramas os lo diré, mi experiencia personal trata sobre la época en la que sufrí en dos cursos distintos, bullying.
Nos remontamos a 1º de la ESO, hacia 2013, si no recuerdo mal. Llegué el primer día de clase con ilusión pero también con miedo por no saber lo que me iba a encontrar, la verdad. En cierto modo, cuando supe que mis amigos estaban en mi clase sentí como un alivio, ¿sabéis?. La clase estaba bien, pero como en todas las clases, siempre están los graciosos de turno, pero por lo demás todo bien. Si que es verdad que no estaba del todo a gusto, no sé si era por las personas que estaban en clase o por las asignaturas, no sabría deciros.
A medida que avanzaba el curso, empecé a darme cuenta de que era objeto de comentarios, miradas, risas, etc. Obviamente me daba cuenta, no soy tonta y al cabo de los días, me enteré que esas risas, comentarios y miradas hacían referencia a la altura a la que me ponía los pantalones, si bien más arriba o más abajo, y por supuesto, me enteré que una persona de clase me puso un mote, que para mí fue bastante desagradable. La cosa iba a más y recuerdo que con la única persona con la que podía hablar de ello era con mi profesora de lengua, no sé cuál era motivo, pero podía confiar en ella. Y así fue, se lo conté sin más y consiguió "acabar con el problema" porque yo no era capaz y psicológicamente estaba mal y desde entonces, estuve muy pendiente de mi imagen personal, para que no volviera a pasarme lo mismo.
En este primer tramo pueden surgir ciertas preguntas como: ¿tus amigos no te apoyaron? ¿tus padres no te ayudaron? ¿por qué no hablaste con el departamento de orientación y el director? Pues bien, he de reconocer que tengo algunas lagunas de memoria en cuento a esto. Sinceramente, no quería que mis padres supieran nada y que me trataran diferente, pero en el fondo sé que mi madre lo supo. Con respecto a mis amigos, no recuerdo exactamente la situación, pero creo que no les llegué a contar, o por lo menos a todos, quizás uno si lo supiera. Y refiriéndome a lo relacionado con el director, departamento de orientación y jefes de estudio, supongo que por miedo, que debería ser al contrario, pero sabía que no iba a servir de nada que lo expulsaran o lo castigasen y por eso recurrí a aquella profesora, porque sabía que dolerían más las palabras que acciones reglamentarias inmediatas.
En segundo lugar y no menos importante, retrocedemos hacia 2015/2016, porque no sé exactamente si fue en 2º de la ESO o 3º. Pero bueno, esta situación es un poco más breve, pero para mí fue la mejor. Me encontraba rodeada de mi grupo de amigos del pueblo principalmente en los recreos, lo pasábamos bien. Todo iba tan normal hasta que, avanzado el curso, me encuentro en la clase de educación física, teníamos que hacer cola para un ejercicio y uno de mis "amigos" quiso colarse, y no le dejé por lo que su respuesta fue otro mote, a lo que me quedé sorprendida y pensé, "otra vez no". Por lo que le pregunté a qué venía ese comentario y al parecer todo era por llevar en el bocadillo del recreo un tipo concreto de fiambre. Como respuesta, le pedí que me dijera quién había empezado con el mote, pero no me lo dijo. A los días siguientes, me enteré que la persona que había empezado con esto, era una persona de mi grupo de amigos que yo consideraba como tal.
En pleno recreo, decidí hablar con él y decirle las cosas a la cara. Justamente hice lo mismo que él me hizo a mí pero sin llegar a extremos. Durante la conversación, le dije que no era justo lo que estaba haciendo ya que yo también podría meterme con él porque por esa regla de tres el también tiene en el bocadillo fiambre parecido y cabreada, le pedí amablemente que dejara de difundir cosas que no eran porque yo podría hacer lo mismo. Y paró. Tras esa breve charla intensa, me desahogué, estaba tranquila y en paz conmigo misma. Me sentía feliz.
Siento que haya muchas lagunas de memoria, pero con estas dos historias, quiero hablar sobre la diferencia que existe a la hora de dar una solución a ambos problemas con respecto a mí. Honestamente, supongo que en el primer caso me sentía un poco inferior y por eso no era capaz de enfrentarme a esa persona, pero en cambio, con el segundo caso, supongo que sentía más seguridad, y también porque esta persona, como ya os he dicho, era de mi propio grupo, y como lo conocía sabía que podía remediar yo esa situación y así también sentirme yo satisfecha y sobre todo, haber obtenido fuerzas para dar la cara y por lo tanto, me sentí muy liberada y ya por fin, tranquila.
A día de hoy, no tengo relación con la persona del primer caso, pero con el del segundo, tengo una relación cordial, sin más.
Como cierre de esta columna semanal, no sé si estará bien lo que voy a decir, pero así lo veo yo. Cuando pasó todo esto, fui avanzando con mi vida y no le di más importancia, de hecho, lo guardé interiormente y no volví a sacarlo a luz. Analizando ambas historias ahora que lo estoy redactando, en su momento, no lo consideraba una tontería, pero a día de hoy, sí lo considera así. Haciendo autocrítica, entiendo que tuviera que recurrir a una profesora para que solucionara mi problema, porque para mí era mucho más fácil, pero sabía de más y de sobra, que esa no era la solución, pero así lo sentí.
Imagen sacada de Pixabay |
Gracias, queridos lectores, simplemente por leer esta publicación. Si se os ocurre algún tipo de pregunta, estaré encantada de resolverlas. Nos vemos pronto, chao pescao 😊.
Hola Claudia! Me ha encantado tu entrada y la forma que has tenido de abrirte a los demás. Creo que has hecho muy bien eligiendo este tema y llevándolo por el camino de la experiencia propia, ya que es una buena forma de ayudar a alguien que esta pasando por lo mismo. Me parece super bien las dos actitudes que has tenido en los dos casos, nadie tiene derecho a humillarnos y si nosotros mismos no le ponemos fin, seguramente nadie más lo haga, porque esto es así, hasta que no se llega a un final catastrófico no nos damos cuenta de lo que estaba sufriendo esa persona.
ResponderEliminarHola Andrea! Gracias por tus palabras. La verdad es que estoy totalmente de acuerdo con todo lo que has mencionado.
EliminarAl fin y al cabo, nadie busca pasar por estas situaciones, está claro, pero si que es verdad que la mejor solución a los problemas los tenemos los que lo sufrimos. Evidentemente, en muchos casos, vamos a intentar recurrir a terceras personas para nos solucionen las cosas, pero a la larga, no es la mejor opción. Nosotros sabemos lo que tenemos que hacer, y si lo solucionamos por voluntad propia, de algún modo, vamos a sentir satisfacción personal, como fui mi caso.
Nuevamente, gracias por comentario :)
Hola Claudia ! Muchas gracias por compartirnos tu historia y hacernos participe de tus pensamientos , debes estar muy orgullosa de ti , ya que en mi opinión has sido muy valiente . Me ha gustado mucho tu entrada porque por desgracia , algunas personas se sienten con el derecho de " avergonzar " al resto y no deberíamos de permitirlo , y entradas como las tuyas igual pueden ayudar a alguien que lo necesite .Todos tenemos el derecho de tener una adolescencia sin graciosillos detrás que intenten " tirarnos al suelo "
ResponderEliminar¡Hola Nazaret! Muchas gracias por tus palabras. Es verdad que antes no lo veía, pero analizando ahora yo también considero que lo hice bastante bien y que fui valiente. Por desgracia, siempre existirá algún gracioso de turno que intente hundir a los demás. Y lo gracioso es que en la mayoría de los casos, son los "agresores" los que tienen problemas también, pero para sentirse mejor, lo reflejan en otras personas haciendo o diciéndoles cosas y por supuesto que no se debería permitir.
EliminarNuevamente, gracias por tu palabras :)